A poco más de 30 minutos de Albacete, llegamos a Fuentealbilla. Puede que este nombre no diga mucho, es un pueblo de poco más de 2000 habitantes, aunque hay uno de fama mundial entre ellos, conocido por ser uno de los mejores jugadores de fútbol, hacerlo en el FC Barcelona, en la selección española y sobre todo, por marcar el gol con el que España ganó su primer campeonato del mundo en Suráfrica el pasado 2010, Andrés Iniesta.
Hace poco más de un año, pocos días antes del inicio del mundial de futbol, se hacía pública la noticia de que Andrés Iniesta, invertiría en su localidad levantando una bodega para elaborar vinos de calidad. En un tiempo casi record esta bodega es una realidad. En mayo estaban los pilares y en septiembre ya se elaboró la primera vendimia de unas uvas que ya han dado el vino que se está comercializando bajo la marca “Finca el Carril” bajo la D.O. Manchuela y “Corazón Loco” como IGP Vino de la tierra de castilla.
La bodega cuenta con 130 hectáreas de viñedo plantado en suelos con predominio de tierra caliza, muy pobres. Viñas viejas de Bobal y macabeo que tienen un comportamiento envidiable en esta zona y que están dando a conocer a la denominación de origen Manchuela en todo el mundo. La bodega también cuenta con otras variedades como la Sauvignon Blanc, Chardonnay, Moscatel de grano menudo, Syrah, graciano… variedades que han tenido una perfecta aclimatación y muestran todo su potencial enológico.
Hablando precisamente de la enología, hace unos meses me preguntaban por los “vinos de Iniesta” y si sabía quién era el enólogo. Le extrañaba que no fuera un enólogo venido de Francia para dar nombre a la bodega. Yo en ese momento desconocía este dato, incluso no conocía ni la marca de sus vinos hasta que en la pasada edición de FENAVIN estuve en el stand catando los vinos y hablando con los enólogos a los que conozco personalmente y los vinos que elaboran en otras bodegas. Los nombres son importantes, pero el resultado final más. Andrés Iniesta acertó de pleno al contratar a Luis Jiménez y Rafa Orozco para la dirección técnica de la bodega. Dos enólogos de sobrada experiencia que conocen como pocos la zona y cómo sacar todo el potencial a los viñedos de la zona. Dudo que cualquier enólogo venido de otra latitud pueda hacer un trabajo igual y desde la primera cosecha.
Han participado no solo en la elaboración de los vinos, también en el diseño de la bodega en la que no se han escatimado recursos. Es una de las pocas bodegas de España que cuentan con el sistema “BOREAL” que permite bajar drásticamente la temperatura de la uva en pocos segundos, lo que permite un control absoluto del proceso de fermentación. También hay que tener en cuenta el poco tiempo que pasa desde que se corta la uva hasta que llega a la bodega, ya que los viñedos están en un radio de menos de 2 kilómetros de la bodega. Autovaciantes de distintas capacidades, potentes equipos de frio, las mejores tonelerías, el buen hacer de los enólogos y sobre todo la pasión por su tierra de Andrés Iniesta de la que siempre hace gala. No hay mayor muestra de sencillez y de arraigo a la tierra que invertir y confiar en ella y las gentes que la habitan. Para él hubiera sido muy fácil hacer una bodega en Somontano, Rioja o Ribera del Duero, ya que estas denominaciones de origen son infinitamente más conocidas que la D.O. Manchuela (con independencia de la calidad) pero si lo hubiera hecho así, no hubiera sido fiel a sus principios.
La bodega en su concepto está bien diseñada y sobre todo dimensionada. Sin conocer personalmente a Andrés, solo lo que conocemos por su imagen pública, creo que está hecha a su imagen y semejanza. Lo más importante es la tecnología. Lo demás, con gusto pero sin excentricidades. Espacios amplios ya que es una bodega que está muy enfocada al enoturismo. En este caso, aprovechan el efecto llamada del propietario. En la visita encontramos muchas fotografías de los viñedos y como no podía ser de otra forma, muchas fotografías del propietario y en concreto varios paneles repartidos por distintas dependencias en el que se ve el momento en el que Andrés marca el Gol que vale un mundial. Aunque la bodega no dispone de restaurante, si está preparada para agasajar a los visitantes con las mejores viandas. Cuentan con una gran cocina para que los profesionales del catering puedan trabajar a sus anchas.
Hay detalles que también marcan la diferencia y que aunque habitualmente no se valoran, a poca sensibilidad que se tenga, se reconoce el detalle de que la bodega esté adaptada a personas con movilidad reducida para permitirles, no solo campar a sus anchas por las instalaciones, también se puede llegar a la misma boca de los depósitos donde fermentan los vinos.
Como apasionado al mundo del vino y como manchego (no puedo decir que sea seguidor del FC Barcelona), ha sido un placer realizar la visita a la bodega. Estoy seguro de la larga vida que le espera y la calidad de los vinos que vendrán. Hay condiciones climáticas, de suelo, de viñedos, tecnología y ganas de hacer las cosas bien. La bodega seguro que se convertirá en un lugar de “peregrinaje” no solo para los apasionados al vino, también lo será para los seguidores del FC Barcelona. Bien vale una bodega y un personaje famoso, si con ello se consigue que más personas aprendan a disfrutar del vino y con ello, a darse cuenta de que los vinos de Castilla La Mancha, están al nivel de las grandes zonas productoras del mundo.
FINCA EL CARRIL VALERIA 2010
Variedad: 75% CHARDONNAY – 25% MACABEO Fermentado en Barrica.
Amarillo pajizo con reflejos verdosos, lágrima muy lenta con buena densidad.
Nariz intensa y perfumada donde hay un predominio de herbáceos, fruta tropical, pera y cítricos. Hay una evolución de los aromas con un toque lácteo y balsámico a miel. La barrica está perfectamente integrada. Da empaque al vino pero no lo maderiza, algo que se agradece.
En boca es potente, untuoso, de marcada acidez y sutil fondo amargoso que se funde con un potente retrogusto y trago muy largo.
El fondo vuelve a recordar a cítricos (piel de naranja), herbáceos y deja una sensación balsámica a caramelo de miel y limón que perdura gracias a la buena acidez.